Esto no es un adiós. Es el título del post.

 

Estimados lectores de este su blog:

Estoy orgulloso de dirigirme a Vds. hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad creativa en la historia de nuestro país.

Hace tres años, el que les habla, cuyo atractivo físico deslumbra más que apuntar con una linterna a la frente de Carlos Núñez, comenzó la escritura de «Gromland», este su blog de todos Vds. Este trascendental hecho (llámenlo «trascendental», llámenlo «anécdotico», llámenlo de 8:00 a 11:00) significó un gran rayo de luz y de esperanza para millones de bloggers, chamuscados por los perniciosos contenidos de innumerables bitácoras vacuas y superficiales (y por la radiación del monitor, que se dejan las córneas viendo pornografía y vídeos de gatos imitando a Jesús Hermida, y luego creen que Concha García Campoy está buenísima…). Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de estulticia. Pero, tres años después, el blogger aún no es libre; tres años después, la vida del blogger se reduce tristemente a leer páginas donde aprende a calcetar tapetes de elefantes o a ver vídeos de gatos imitando a Jordi Hurtado imitando a Jesús Hermida, o directamente a ser comentarista de «Foro Coches»; tres años después, el blogger vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de propiedad intelectual; tres años después, el blogger todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra… Er… bueno, sigan leyendo.

Por eso, hoy he venido aquí a explicarles  el porqué de este trágico abandono para con su desarrollo intelectual – bueno, en realidad no «he venido» a ninguna parte porque estoy en mi casa, escribiendo esto comodamente sentado encima de una caja de leche Pascual (no sé dónde demonios habré metido la silla. ¿A que la he vuelto a meter en la lavadora…?) -. En cierto sentido, me acerco a la tranquilidad de sus hogares a devolver un cheque. Cuando «Gromland» comenzó su andadura, firmé un pagaré del que todo blogger (humano o estadounidense) habría de ser heredero. Este documento (que estaba en times new roman con negrita pero sin cursiva) era la promesa de que a todos/as los/as hombres/as les serían garantizados los inalienables derechos al conocimiento, la diversión y la búsqueda de la felicidad.

Es obvio hoy en día que he incumplido ese pagaré en lo que concierne a la regularidad en mis textos (de la calidad, ya ni hablo). En lugar de honrar esta sagrada obligación, les he endilgado, como si de un imputado de la trama Gürtel o un político del PP en general se tratara, un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de «posts insuficientes». (…) Por eso he venido a devolver este cheque; el cheque que les permitirá buscar otros líderes espirituales más regulares que yo, más concisos y breves y, desde luego, más bajitos.

(…)

Sé que algunos de Vds. han venido hasta aquí para conocer el final de una trama que nunca debió haberse iniciado: quién acabó con las vidas de la Srta. Montana Amberhoney y del pequeño Tim; qué ocurrirá con el becario Mistetas o con el fidelísimo Sparky; cómo escapará la peculiar familia gromiana del acoso de los servicios secretos; cuándo la Sra. Matilde Pereira Sánchez-Padilla descubrirá que es lesbiana… Y lo que es más importante: porqué todos los títulos de «Gromland» no tenían absolutamente nada que ver con el contenido del post. Algunos han llegado en busca de la carcajada estentórea, del retruecano verbal, de la sonrisa amable. Otros de Vds. directamente por buscar en el google «tetas Carmen Porter». Unos y otros (más los primeros, para qué nos vamos a engañar) tienen todo mi agradecimiento y cariño. Su fidelidad era el motor que ponía en marcha los engranajes de mi imaginación, la savia que recorría las ramas de mis fabulaciones, la patada en la espalda a esa ancina que no se atreve a subirse a unas escaleras mecánicas.

Pero día a día uno se encuentra con terribles compañeros de viaje. ¿Se han encontrado alguna vez, haciendo un largo trayecto en tren, con algún compañero de compartimento que se pone a comer naranjas masticando ruidosamente, mientras tira las cáscaras al suelo; y luego recoge las cáscaras y les prende fuego, y se unta las cenizas por la cara al grito de «¡Maribel, te odio, hija de puta!»; y luego coge un bolígrafo Bic de punta fina y se arranca los ojos al tiempo que canta «Arriba con el tirolirolí» de la Orquesta radio Topolino? ¿En serio se lo han encontrado? ¿¡Y no llamaron al revisor para que lo detuviera, insensibles!?

Bien, pues algo parecido a mí no me ha ocurrido en la vida, por suerte (miento: lo de las naranjas, sí). Pero sí que los ánimos con los que afrontaba cada nueva entrada de este su blog se han ido apagando cual señal analógica. Por un lado, estaba mi compromiso para con todos mis fieles lectoseguidores – con los siete -; por otro, la búsqueda de nuevos proyectos que me permitiera crecer como persona, aunque sólo fuera un par de centímetros. Desgraciadamente, las cosas no han ido como yo esperaba – nadie está dispuesto a comprarme mi novela inédita por doce millones de euros, y eso que tiene dibujitos -, y mi humor ha ido cayendo en barrena como la ética en Telecinco. Cada vez que me planteaba iniciar un nuevo post, lo único que se me venía a la mente eran imágenes tristes, negras, cansadas… Y para escribir sobre los supervivientes del Katrina, pues se ven Vds. «Treme», de la HBO, y algo que salen ganando.

Muchos de Vds. se estarán preguntando a qué viene justificarme por el cierre de «Gromland». «¡Qué egocéntrico!», – dirán algunos – «como si creyera que sin este blog no voy a poder conciliar el sueño». «¡Qué quejicoso!», exclamarán otros, «como si fuera el único que tuviera problemas». «¡Qué ofertón!», aullarán los terceros, «lomos largos de bacalao salado Outón, a 9,99 el kilo!».

Creo que les debo este post por toda la compañía que me han hecho con sus siempre inteligentes y divertidos comentarios a lo largo de estos tres años; con su impersonal presencia a través de unas estadísticas que (tiene cojones!) han ido creciendo conforme se acercaba el final de esta bitácora – sólo un descerebrado como yo puede clausurar un blog cuando tiene más visitas que nunca -; con sus ingresos anónimos en mi cuenta secreta en Suiza…  

Pero hoy les digo a Vds., estimados lectoamigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño «humano».

Sueño que un día mis proyectos se levantarán y algún incauto productor me dará el dinero para poder rodar el remake de «Don erre que erre» con Bruce Willis.

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia o en algún sitio que quede más cerca – para no tener que coger el coche, vamos -, podré quedar con algunos de Vds., y reír y hablar y comer y nos podamos sentar juntos a la mesa de la hermandad (que es un asador baratísimo, que ponen unas chuletas de culturista que quitan el sentido… literalmente).

Sueño que un día, incluso en Santiago de Compostela, una ciudad donde la lluvia es arte, escampe un poco, que con tanta agua me está entrando complejo de rana Gustavo.

Sueño que el pequeño Niño Estrella vivirá un día en un país en el que Jesús Neira nunca habría despertado del coma.

¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día comenzaré otro blog, en el que continuaré narrando las delirantes aventuras del teniente interdimensional Dhlafrraw, del fidelísimo Sparky y del resto de la troupe; en el que seguiré diciendo lo que me dé la gana sobre lo que me dé la gana, aunque las lentejas se estén pegando y haya que llamar a los antidisturbios.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y eso será porque habrá habido un terremoto de tres pares de cojones que, si no, de qué iba a cambiar la orografía tan salvajemente…

¡Pero sobre todo hoy tengo un sueño que me muero, porque me acosté tardísimo y el niño ya estaba pidiendo guerra a las siete de la mañana!

Gracias, queridos Insustancial, Sar, Pippin, Manu, Ruth y Jos, Escrito Por, Noel, Dr. Zito, Mario (allá dónde estés), Rebeca, Diana, Ángela, Antonio Rico, Edu Galán, Carlos Clavijo, PJTena, Prol, Theo, Javi Guerrero, Sonoio, Tío Vania, Jordim, Cerilla, Sergio, y tantos otros que espero me disculpen por no nombrarlos expresamente, por los buenos ratos que hemos pasado juntos.

Y en especial, a August Herold Meyer y Dr. Frusna, por enseñarme que las deudas de dinero se pueden arreglar comiendo galletas de perro y que los bombones caducados son fuente inagotable de risas.

Y, por supuesto, a mi Bella Esposa y al pequeño Niño Estrella, que lo son TODO.

No crean que esto es un punto final.

ÉSTE sí lo es 

 

 

 

Er… HolaaaaiiiiiiiiIIIIIIIIIIIIIIIUUUUUUUUUUUU!!!

Coño, Sparky, ¿y ese pitido? ¿Cómo que me aleje un poco del teclado, que se acopla?… Vale, vale, tú eres el que sabe de esto! Sí, y ya sé que la foto ha salido torcida. Ahora lo arreglo. (… Imbécil)

A ver. ¿Se me lee? Bien. Soy Mistetas, el chichuahua becario de «Gromland«. Er… Me han… me han dicho que tengo que ser yo el que haga el post de hoy porque aquí todo anda manga por hombro, y… ejem… y bueno, que lo haga yo. Teneis que perdonarme que el post no salga muy allá, pero es que, claro, yo me encargaba de hacer las tiras cómicas – bueno, «cómicas», ya me entendeis… -, y lo de los posts, como que no lo controlo muy bien. Tengo aquí a Sparky que me…

¡Sparky, no te entiendo absolutamente nada si me hablas con la boca llena! Quítate primero esa lámpara de la boca y luego me… ¿Que vaya al grano? Joder, vale. («Que vaya al grano, que vaya al grano». ¿Por qué no te vas tú a tomar por…?).

El caso es que después de que apareciera la cabeza de la gorda en una caja, sin el cerebro – que tampoco es que esta mujer tuviera mucho mientras vivía, la verdad -, y el estúpido de Tim-Tim se fuera corriendo a buscar a Kevin Spacey en busca de venganza, el jefe Grom me ordenó que lo siguiera para que no se metiera en líos, en plan Milú. Con gusto le hubiera mandado a hacer puñetas, pero entre que tampoco es plan de cabrearnos ahora los unos con los otros y que me debe unas siete nóminas, accedí y salí tranquilamente buscando su rastro, porque con la pata chula tampoco es que pudiera sacar mucha ventaja.

Sí, he repetido la palabra «tampoco», ¿qué pasa? También he repetido varias veces la palabra «que» y no te ha molestado. … ¡Eso lo será tu madre! … Pues bueno, vete a avisar «al amo», a ver si te despioja a palazos … (¡Dios, qué paciencia tengo por siete míseros paquetes de «Affinity»!) 

¿Dónde iba? Ah, sí: que perseguí al tullido. Creo que ha quedado perfectamente claro que el «Short John Silver» este no es ninguna lumbreras – culpar a Kevin Spacey de descabezar a la foca monje porque en «Seven» se dedicaba a mandar paquetes con sorpresa le pone al mismo nivel intelectual que una ameba borracha -, así que, tras unos cuantos días, no me resultó muy difícil dar con él. Para colmo, el muy imbecil se había agenciado un plano de Los Ángeles…  ¡Pero de Los Ángeles de San Rafael! Así que ya lo veis en el Talgo camino de Madrid, para encontrarse con el actor de «Sospechosos habituales». Que todo el mundo sabe que vive en el barrio de Chueca y suele comprar el periódico en el quiosco de la Gran Vía que está al lado del McDonald’s, no te jode… Estuve tentado de detenerlo, pero, la verdad, pensaba que podría echarme unas risas con el pánfilo este recorriendo la capital con su paso saleroso y zumbón. Además, y por muy minusválido que sea, tenía pánico de que en un momento dado agarrara la muleta de madera y la lanzara, sabiendo que iría detrás de ella dando ladriditos y meneando el rabo. Coño, quiero mantener la poca dignidad que me queda después de trabajar un año en «Gromland»…

¿Aquí se puede fumar? No se ve ningún cartelito, así que… (chasquido de encendedor) Ffffffff… Tras una «maravillosa travesía», dicho con toda la ironía del mundo, el tarao este salió corriendo por el andén, preguntándole a todo el mundo que veía: «Señor, señor», con esa voz de repipi engolado que tiene, «señor, ¿no sabrá Vd. por casualidad donde se halla la residencia del actor decapitante Kevin Espeisiii?». Lógicamente, nadie le hacía puñetero caso: ¿qué haríais vosotros si un canijo mezcla de Oliver Twist y Robocop se os acercará preguntándoos por la casa de un actor de Hollywood en plena estación de Chamartín? Pues lo mandaríais a hacer puñetas… menos una niñata gafapasta con un abrigo de «Desigual» (que, tócate el rabo, tienen todos el mismo diseño) que le comentó que se acercara al Campo de las Naciones, que allí estaba la flor y nata del cine español. El Tim-Tim le preguntó si además allí habría actores, a lo que la pizpireta imbécil respondió riéndose con mucho aspaviento, lo que provocó que perdiera el equilibrio, cayera a la vía y quedara a formar parte de manera permanente hasta que viniera el Forense de las ruedas del mercancías Alicante-Segovia.

Para ser un minusválido escuchimizado, hay que reconocer que el jodío se movía a la misma velocidad que los ojos de Marujita Díaz en pleno ataque epiléptico. Llegué unos minutos más tarde que él a la ceremonia (tuve ligeros problemas con un bonometro, el torno de una de las entradas y un guardia de seguridad que me confundió con un saco de boxeo… o un inmigrante, no lo tengo claro). Si no llega a ser por mi colega Pancho – éste chaval sí que ha prosperado en la vida: tiene tanta pasta que puede despilfarrarla patrocinando los Goya… -, que me coló en la gala, me hubiera quedado fuera, compuesto y sin galletas de pollo y carne.

Nuestro topo en la gala y una señora

No os voy a dar la brasa con un resumen de lo que ocurrió: primero, porque ya se ha comentado hasta la saciedad; y segundo, porque no me acuerdo: con la entrega al Goya de Honor a Antonio Mercero, alguien me debió echar cloroformo en el kleenex, y lo siguiente que recuerdo es estar bailando con Luis Tosar «Miña terra galega» en la fiesta de «Celda 211«. Por supuesto, de Tim-Tim, nada de nada…

Con el rabo entre las patas (lo que suele ser su posición habitual), volví a casa una vez que se me pasó la resaca. Esperaba que doce días fueran suficientes para que a Grom el Único se le hubiera pasado el más que probable enfado por haber fallado en mis labores de vigilancia y por no haberle traído nada de Madrid (¡qué Cristo me montó una vez que no le compré un croissant mientras cubría una conferencia de Sarkozy!). Mi sorpresa fue que todos ya sabían que había perdido al Muletas mientras estaba en la capital: Tim-Tim les había mandado una carta (¡una carta! ¡Escrita a mano! Pero bueno, teniendo en cuenta que piensa que un correo electrónico es meter una postal en un enchufe…), explicándoles que seguía buscando a Kevin Spacey: «Oh, mis predilectos contratadores: no habiéndome sonreído la Diosa Fortuna en mi cruzada por acabar con el pérfido intérprete americano, llegando a sufrir en mis magulladas carnes los desatinos de la Mala Suerte durante el ritual goyesco al sentarme al lado de un criatura enjuta y monstruosa que resultó ser Pilar Bardem, vuelvo al camino, cruzando los mares para enfrentarme cara a cara con el responsable de la decapitación y posterior vaciado de la querida Srta. Amberhoney. Mi propósito es irrumpir durante la ceremonia de los Óscar y hacer frente al asesino actor, armado con mi encendido valor, mi juvenil ímpetu y mi decidido sentimiento de venganza. Y un hacha.»

El jefe me dijo que ya podía ir haciendo de nuevo las maletas si quería cobrar algún día. Por suerte para mí, las maletas me las había dejado en Madrid, concretamente sobre lo que quedaba de Alejandro Amenábar. Y dado que el presupuesto de esta redacción ha menguado bastante desde que a Grom el Único le dio por redecorar la casa mediante el innovador sistema de volarla por los aires, y yo no estaba dispuesto a viajar enganchado por los dientes al ala del avión (otra vez), a regañadientes dejaron que me quedara. Yo les tranquilicé diciendo que no había problema, que controlaría a Tim-Tim mediante nuestros satélites espías – Nuestro satélite espía es ver la ceremonia de los Óscar pirateando la imagen de Internet, en realidad -. Y visto lo visto he sacado unas cuantas conclusiones:

1.- Los republicanos avanzan en Hollywood: Y es que están dispuestos a cepillarse la monarquía del rey del mundo, James «Ególatra» Cameron. Pensaba sinceramente que su película «Habatar» sería medianamente recompensada por los miembros de la Academia al haber sido capaz de llenar de nuevo las salas gracias a pitufos gigantes, ecologismo de todo a 100 y una historia que hubiera podido redactar el pequeño Niño Estrella. Sin embargo, y de momento, sus labores recaudatorias han sido ninguneadas en los Óscar. Aunque claro, también «La Comunidad del Anillo» de Peter Jackson era con diferencia la mejor de la trilogía y se fue con cuatro premios menores, mientras que «El retorno del rey» amasó once estatuíllas, once, para compensar. Y dice Cameron que «Habatar» será una trilogía, ¿no?…

Para colmo de males – bueno, según se mire -, la innovadora (juas!) cinta del director que se ama por encima de todas las cosas ha visto como su más directa competidora, «The Hurt Locker«, le arrebataba otros dos premios de los que se denominan «técnicos» (Sonido y Edición de sonido). Vamos, que no me gustaría ser hoy la mujer de James Cameron. Bueno, no hoy ni nunca…

2.- «En tierra… de hombres»: Y otra que se cansó de serlo fue Kathryn Bigelow, flamante ganadora del Óscar a la Mejor dirección. Éste estaba cantado: porque el trabajo de la directora de «Los viajeros de la noche» es fantástico; porque es la primera mujer que se alza con el tipo dorado en pelotas – estoy hablando de la estatuílla – tras tres anteriores nominaciones de otras tantas mujeres; y porque dijo que o se lo llevaba o arrasaba con todo bicho viviente, utilizando la cabeza de Steven Spielberg para aparcar su Hummer. Y es que la Bigelow es una Hembra de Armas Tomar; un sombrero, vamos (*). Otra fémina que acalló muchas bocas durante la gala – no sé si después también, ni con qué… – fue Sandra «Soy la novieta de América» Bullock, que recibió el Óscar a la Mejor Actriz por su intensa interpretación en un telefilm de Antena 3. Mo’Nique, la actriz que lleva el peso (y ya es decir) de «Precious» junto con algo que recuerda vagamente a un ser humano, fue elegida mejor Actriz Secundaria. Sin embargo, no hubo sorpresa en ambos galardones: todo el mundo sabía que se lo llevarían dos mujeres.

Sólo me pregunto una cosa: ¿serán tan marketingueros los miembros de la Academia como para concederle a una fémina el Óscar a la Mejor Dirección, cuasi-coincidiendo por pocas horas con el Día Internacional de la Mujer? Mmmmm…

3.- «Dar el Campanella»: Así es cómo se va a decir a partir de ahora en Hollywood cuando alguien triunfe sorpresivamente. Cuando todo el mundo contaba con el binomio Haneke/Audiard para disputarse la Mejor Película  de Habla no Inglesa, llega por la izquierda el bueno de Juan José Campanella y se lo quita de las manos, oiga. Bien es verdad que «El secreto de sus ojos» traía consigo el prestigo internacional de haber ganado el Goya a la Mejor Película Extranjera; pero nadie daba un duro ni cinco pesetas por este thriller argentino.

Otras sorpresas de la noche fueron los premios a Mejor Guión: por un lado, el original (categoría un poco extraña, pues incluso estaba nominada «Avatar«) fue para «The Hurt Locker«, volando por los aires – ¿han visto que bien traído? – las ilusiones de Quentin «Frontispicio» Tarantino y sus «Malditos bastardos» (seguramente lo que pensaría el director de los miembros de la Academia). Y por otro, el adaptado para «Precious«, cuando todo el mundo pensaba que Jason Reitman se lo llevaría por «Up in the air«. Pues hala, con las manos llenas de aire – ¡joder, estoy que me salgo! – se quedó el vástago de Ivan, en detrimento de la historia de una obesa afroamericana que tiene problemas con un hombre. De todos modos, la gente se equivoca al pensar en «Precious» como una trama adaptada de una novela, cuando en realidad es un remake de «Norbit«, el inolvidable clásico de Eddie Murphy, con la diferencia de que ésta era la historia de un hombre que tiene problemas con una obesa afroamericana…  

«Precious: Based on the Novel Push by Sapphire»

Continuaría explicándoles la gala, pero hay un ligero revuelo en el salón… Sparky, ¿qué pasa?… ¿¡Cómo!?… ¡Ostrás!

Bien, me temo que tendremos que dejarlo aquí. Me acaba de comentar Sparky que Tim ha vuelto… en otra caja y con un agujero en el pecho del tamaño de una sandía. Seguiremos… er… seguiremos informando.

¿Dónde coño se corta esto? Oh, cojonudo, y encima el post va sin títul

(Cada vez falta menos. Continúen a la espera)

(*) ¿Qué se creían? ¿Que no iban a tener que pensar de vez en cuando?

Nueva superproducción de Peter Jackson: prepara una adaptación en 3-D de «La tía Tula», de Unamuno (o «Donde los acontecimientos se precipitan tras tropezar con una baldosa suelta»)

Cristobal Montoro, diseñado por la Factoría de Jim Henson

Hola, amigas y amigos del bloc «Grupiland», os habla Matilde Pereira Sánchez-Padilla. Me ha tocado a mí daros las últimas noticias, porque el ambiente por aquí anda más revuelto que mi estómago cada vez que pienso en acostarme con Cristobal Montoro. Se ve que a los niños les ha afectado bastante que a la gorda de Montaña Amberjolín le hayan cortado la cabeza y la hayan metido en una caja; que ya ves tú, como si esta gente no hubiera visto nunca una cabeza dentro de una caja – mi Venancio me estuvo regalando una por San Ballantines durante doce años hasta que no tuve más hueco en el congelador; di que él lo hacía con una notita que ponía cosas bonitas como «Esto me hace pensar en ti, sátrapa mía» o «Yo soy tu Herodes, tú mi Salomé y tu madre, Gollum» -. Una, que ya tiene sus años espatarrados por todo el cuerpo, se ha liado la manta a la cabeza, se ha arremangado las bragas y se ha venido a Viggomortensen para echar una mano en lo que haga falta. El problema es que, como tenía liada la manta, no veía un pijo y acabé en Puntarróns (Tarragona); que un consejo os doy: si alguna vez pasais por ese pueblo, ni se os ocurra decir que, pese al nombre del pueblo, las mujeres parecen muy limpias y finas, que son muy susceptibiles y te intentan tirar al pilón de ácido sulfúrico.

El que está mas afectado es el Tim, el escuchimizado que tienen llevando cafés de un lado para otro, con lo que le cuesta a la criatura desde que le fastidió la pierna la poli, y todo para que no se los beba nadie.

[NOTA DE «GROMLAND»: Sí, supuestamente el pequeño Tim, nuestro colaborador inglés con polio en una pierna y una muleta de madera, había fallecido precisamente a consecuencia de un abrazo de la finada Srta. Amberhoney. Pero ¿qué narices? También aparentemente Ian Malcolm, el matemático de «Parque Jurásico» la endiñaba al final del libro, y Michael Crichton (Q.E.P.D.) lo puso de protagonista de la secuela; o los grandes satíricos Ilf y Petrov «resucitaron» al timador Ostap Bender quien, asesinado en «El misterio de las doce sillas», reaparecía vivito y coleando en «El becerro del oro». Así que si esos autores lo han hecho, no sabemos a qué narices vienen esas caras de extrañeza, coño!!]  

El Tom éste le ha entrado una perra muy grande con Kevin Espacio, el malo de «Sospechosos habituales». A lo que se ve, según el canijo tullido, cada vez que alguien recibe una caja con una cabeza, es que ha sido Kevin Especie. Como soy la experta en cines de esta casa, le he dicho que no sólo en «Seven-ileven» le mandan cajas con cabezas a la gente: en «Prison Breik» también había caja con sorpresa; en «Los borregos están callados», el cabezón estaba metido en un bote como de aceitunas «La española»; un zangolotino recibe una cajita con una cabecica pequeñita, pequeñita en «Pescadilla antes de Navidad»;… Vamos, que hay un porrón de ejemplos, y que le diría más si no hubiera confundido mis pastillas para la reuma con una botella de güisqui. Pero nada, el esmirriado erre que erre, que se nos iba para Jolibú a cantarle las cuarenta a Kevin Sprite; si no llega a ser por el Gromulo que fue capaz de dormirlo – le cantó una nana  preciosa mientras le atizaba en el caletre con la muleta – se nos va para allá… Ay, estos ingleses con malformaciones, cómo son! Y todo por una mujer que ni era guapa ni nada y más gorda que la picha de un cerdo mutante (la esposa rubia dice que era por «un  problema de tiroides», y razón no le falta: la Montana no hacía nada de ejercicio, que estaba todo el santo día «tiroide» en el sofá).

[Este último comentario ha sido patrocinado por el espacio «El Club del Chiste» de Antena 3]

Total, que viendo cómo estaba el percal, mi sobrino Jaimito – que me ha acompañado porque cómo me iba a dejar venir sola mientras a él le persigue la policia en Algeciras – me dijo que nos fuéramos al cine. Mi amiga la Angustias (que también se ha venido por equivocación: se había pensado que yo iba a comprar el pan y me acompañó hasta aquí) comentó que a ella le apetecía ver la de Cherlock Jolms, que las películas de misterio siempre le han venido bien para hacer de vientre, y se ve que con el viaje andaba un poco estreñida. Yo les dije que no me hacía mucha gracia verla, porque seguro que el detective se liaba con el ayudante, el Güatson, y que yo ver a dos hombres besándose me daba cosa desde que estuve en aquella convención del PP andaluz. Jaimito me preguntó que porqué pensaba; y que, ya que lo hacía, que porqué pensaba eso. Yo le contesté que si la película la dirigía un mariquita con pudientes, algo de saraseo habría. Pero me explicó que Guy Ritchie no significa «Gay Rico», que el hombre estuvo casado con la cantante Mamonna esa («más a mi favor», le dije), que sus películas son de acción a rabiales y que se me llevaba la tarjeta que tenía que ir a comprar unas cosas con forma de harina. Si yo fuera una malpensada, que no lo soy, creería que iba a endrogarse.

Así que la Angustias y yo arreamos para el cine. ¿Y qué quereis que os diga? La película es muy entretenida, que sólo tuve que ir al baño dos veces. El que hace de Cherlock Jolms es el muchacho este, Roberto Down Jr., y pese a su enfermedad, actúa muy bien, que no se le nota que es mongolito. El Güatson es el Jude Law, que también lo hace estupendo, que tampoco se le nota que es judío. Y el malo me recordó a mi Venancio, cuando me iba a rondar antes de ser novios; con la diferencia de que el malo no viola a nadie…

Hay mucha acción y misterio, y los decorados son muy realísticos, que te da la impresión de que estás en el Londres de hace muchos años (la Angustias estuvo en Londres porque le tocó un viaje que sorteaba el Lidl, o porque se encontró algo en unos plátanos y le dieron el viaje para que se callara, o algo así, y me dijo que es exactamente igual a como sale en la película: todo sucio, lleno de mendigos y con gente corriendo de un lado para otro). Tan solo hay una cosa que no me gustó, y es que el detective a veces era un poco pesado: decía «pues ahora al maleante que viene por aquí le voy a dar un golpetazo en la nuca, y luego le voy a estrujar las huevas, y luego le voy a cantar «Nobleza baturra» mientras le pellizco el culo», y entonces se veía como le hacía todas esas cosas, y se hacía un poco repetitivo. Que a la Angustias eso le gustó, ojo, que decía por lo bajini: «Ay, Matil, ¿que no te has fijado que el hombre lo tiene todo pensado?». Y yo le contestaba que cómo era posible que se hubiera fijado ella, si cuando entramos se puso unas gafas que había en el suelo para ver en tres dimensiones superiores y cuando me hablaba miraba para el asiento que tenía a su lado vacío.

Robert Downey Jr. caracterizado de Basil Rathbone caracterizado de Peter Cushing

Vamos, que la película tiene un pase (bueno, cuando fuimos nosotras había tres: a las 4, a las 7 y a las 10), y que lo único que me molestó de verdad de la película es también cosa de las novelas (yo es que leí mucho a Cherlock Jolms cuando estuve presa en Turquia); y es que el tío se guarda datos para él solito y, al llegar el final, los suelta todo y resuelve el caso y dices «coño, es que si yo hubiera sabido todo eso, también lo hubiera solucionado yo, desgraciao!». Pero bueno, a nosotras nos gustó – a Angustias más, que decía que se quería ir a vivir a Pandora (¿?) -, así que en el rodillómetro le pongo un 3 y medio.

(No voy a poder poner los rodillos porque, cuando les explotó la casa a esta gente, cascó todo el material informático y las herramientas de cocina).

A mí lo de ver la película me dio una idea: que la Angustias y yo buscáramos pistas para saber quien le había pegado el tajo en la cabeza a la gorda de la Montoya. Así que me puse mi capa de investigar, me compré una pipa en una tienda llamada «Mar y Juana» y, tras pegarle dos chupadas a la pipa, me quedé en pelota picada en medio de la calle gritando «¡Quiero que me cubra Bertín Osborne!». Una verguenza, vamos. Y para colmo, todo el mundo asustado con mis pechos (resulta que me quise comprar uno de esos sostenes que anuncian a las tantas de la mañana en la tele, Güondersbrás, para poder verme el ombligo, que me lo tapan las domingas; pero como andaba medio dormida, me equivoqué de anuncio y acabé llamando a otro número: me mandaron dos cosas que se llaman «Jes Extender», que resultaron ser para alargar el badajo. Y al ponérmelos, pues claro, que se me han quedado los pezones como dos salchichas Campofrío…).

Nos volvimos para casa después de que Sparky (no creo que se llame así, pero bueno) pagara la fianza por las dos: a la Angustias también la detuvieron por «escándalo público» cuando la vieron sonreir. Y, al llegar, dos terribles noticias nos esperaban: resulta que, tras fijarse un poquito, el Grom (que tampoco creo que sea éste su nombre) había descubrido que a la cabeza de la Amberhollyfield… ¡le faltaba el cerebro! Que se ve que se lo habían chupado con una pajita por la oreja, y dentro le habían metido un montón de paja (de paja, de hierba, vamos, no que se hubieran… bueno).

Y luego que, en un despiste, el tullidito Ton-Ton había desaparecido con una pistola, un mapa de Los Ángeles de USA y una fiambrera llena de… ¡ALMÓNDIGAS!

(Seguirá continuando…)

«Una yanqui, si es obesa, es obeeeesa de verdaaaad. Y si alguna vez se pesa, chilla unaa monstruosidaaaad» (O «Los problemas crecen, engordan y mueren»).

«¡Me llamo Juan Luis, guarra!»

Estimados lectores de este su blog, les habla su ligeramente chamuscado anfitrión Grom el Único. Antes de nada, me gustaría  escribir algo alto y claro a raíz de lo ocurrido en los últimos días: no me gustan las paradojas temporales (ni las acelgas ni cantar, pero ese es otro tema), y menos aún saber que los miembros de «Gromland» nos hallamos inmersos de lleno en una de ellas. Lo cierto es que, pese a mi verbo rápido y florido, mi más que notable inteligencia y mi asombrosa capacidad para tocarme las orejas con los codos – con los codos de otra persona, por supuesto -, nunca he podido entender el concepto por el que un suceso que tendrá lugar en el futuro pueda afectar al presente que, a su vez, influye nuevamente en el devenir de los acontecimientos. Como ejemplo decirles que el propio director de «Los Cronocrímenes», Nacho Vigalondo, tuvo que explicarme personalmente su película durante un par de semanas para encontrarle algún sentido (una persona maravillosa este Vigalondo, por cierto, que ni nos denunció ni nada por el secuestro). Por tanto, el saber que la publicación de un post puede generar la apertura de un expediente del C.N.I. a fin de localizarnos y que encontrar dicho expediente genere la publicación del citado post me resulta más difícil de entender que ver Carmen Lomana trabajando en un comedor social como servilletero. Pero bueno, como se suele decir, «esto es lo que hay»; y la vida sigue, sin que podamos hacer otra cosa que esperar que el siguiente día sea mejor que el anterior o, cuando menos, que no llueva azufre. 

Para los amantes de los cotilleos y de la prensa rosa, decirles que estar casado con la mujer más maravillosa del mundo es una tranquilidad si por un error de cálculo nimio y superfluo vuelas la casa y parte del edificio mediante una explosión nuclear. Mi fidelísimo Sparky y yo intentamos por todos los medios arreglar el desaguisado (porque explotó la cocina; de haber volado el baño, hablaríamos de un desaseado), poniendo unos cartones a modo de pared. Pero la sutil perspicacia de mi Bella Esposa echó por tierra nuestros planes… y los cartones cuando intentó colgar el abrigo del perchero que teníamos en la pared del salón. Como me niego a dar malas noticias – y más aún si me hacen quedar como un imbécil -, le expliqué que habíamos decidido tirar los tabiques para sanear (signifique lo que signifique eso) y anexionar la cocina con el dormitorio del niño. No había contado yo con el hecho de que mi Bella Esposa sea asidua lectora del «Gromland», y toda nuestra pantomima fue descubierta cuando leyó el post de Sparky explicándolo todo. De todos modos, me perdonó con una de sus dulces sonrisas justo después de revolverme el pelo con un candelabro de plomo.

En estos momentos les escribo desde la casa de unos vecinos que, amablemente, han atendido a nuestras amenazas. La convivencia está resultando un poco difícil, acostumbrados como estábamos a tener una gran casa que no oliera a coliflor; pero poco a poco nos iremos habituando a tener a dos ancianos maniatados en la terraza. Lo que me llega a preocupar un poco más es el hecho de que, supuestamente, este su blog vaya a desaparecer el próximo 23 de Abril. Supongo que el abrupto final tenga que ver con la implacable persecución a la que nos veremos sometidos por parte del servicio secreto, tal y como decían el expediente «Proyecto Gromland» del C.N.I., y no porque vayamos a quedarnos sin tinta con la que escribir los posts. En mi condición de lider, estoy intentando insuflar algo de energía positiva a la plantilla – con resultados bastante tristes, la verdad: me equivoqué al pensar que los globos rosas en forma de perro alegrarían a todo el mundo – De modo que por aquí los ánimos están bastante alicaídos, menos los del adorable Niño Estrella que, como le están saliendo los dientes, están alibabados. Como soy de los que pienso que no hay mejor manera de seguir adelante que el trabajo de los demás, les traemos una nueva, y primera, entrega de los «Siloquísimos Gromianos» de nuestra colaboradora la Srta. Montana Amberhoney – nos explicó el porqué hasta el día de hoy no hubiera aportado texto alguno, pero me temo que soy incapaz de entender a alguien que tiene medio pollo asado en la boca mientras habla -.

Diagrama que explica de manera clara y sencilla lo ocurrido con «Gromland»

«Muy buenas tardes a todos, señoras y señores, y a ti también, Luciano, que sé que estás leyendo esto pese a la orden de alejamiento. Días atrás, Esperanza Aguirre, la Dama de Acero Inoxidable de la Comunidad de Madrid, se ha referido a un compañero de partido con el apelativo de «hijoputa». Como no creo que lo hiciera en tono cariñoso – aunque viendo las maneras de dominatrix que gasta la presidentesa, quien sabe -, me he planteado cuál es el motivo de que la gente de derechas tenga en ocasiones semejantes salidas de tono. Y la respuesta no puede ser más evidente: la culpa es de los cantantes sudamericanos, por supuesto.

Los simpatizantes de la derecha más recalcitrante gustan de «mover el esqueleto», como ellos mismos dicen, escuchando a los artistas «de toda la vida» (de la suya, aclaro): años y años de guateques en garajes infestados de residuos de monóxido de carbono han ido minando su cerebro hasta convertirlo en una papurria permeable a cualquier estimulo sonoro. ¿No me creen? Bien, allá Vds. Es más, les mandaría ahora mismo a hacer puñetas si no fuera porque me pagan por palabra escrita, a poder ser correctamente y que no se repita más de doce veces en una frase. Así que les pondré un ejemplo:

¿No han escuchado Vds. nunca la expresión «No, si yo tengo muchísimos amigos homosexuales…»? Generalmente, esa frase ha sido predecida de aseveraciones como «Pues yo no creo que los gays deban casarse/adoptar/salir a la calle a comprar el pan…». El emisor de dicha oración – suele tratarse de gente muy creyente – intenta justificar sus restricciones en materia de derechos civiles apelando a un heterogéneo círculo social (formado, además de por los gays, por obispos, militares trasnochados y señoritas con nombres como «Amanda» o «Jennifer» que aceptan la VISA). Este razonamiento cuenta con la ventaja de que puede ser aplicado a cualquier elemento social: «No, si yo tengo muchísimos amigos negros»; «No, si yo tengo muchísimos amigos pobres»; «No, si yo tengo muchísimos amigos catalanes»… Y es a través de esa supuesta relación de amistad en la que basan sus aseveraciones, habitualmente, nada favorables para sus allegados y conocidos.

El axioma «como yo tengo amigos del entorno X, puedo privarles de sus derechos o incluso venderlos como mesa camilla, si quiero», además de erróneo, es una gilipollez como un templo, porque no hace falta conocer a alguien para ponerlo a parir – cuántas mujeres solteras embarazadas hay gracias a una despedida de soltera que se salió de madre, por ejemplo -. ¿Y de dónde surge esta absurda argumentación de la amistad como base para la ignominia calumniosa? Del brasileño Roberto Carlos. No me refiero al futbolista que parecía un conguito con columnas de Corintio en vez de piernas, sino a su paisano cantante: este hombre, que debía ser perseguido sin cuartel por la Sociedad Protectora de Animales – tener un gato que esté triste es factible, pero si está azul, o pertenece a Pandora o sufre una pancreatitis de caballo pero para gatos -, mostrando un egocentrismo realmente exagerado, destrozó los oídos de los setenteros con el tema «Un millón de amigos«. La letra es de lo más reveladora:

«Yo quiero tener un millón de amigos

y así más fuerte poder cantar»

Esto es: «como tengo los suficientes amigos como para reventar el Facebook siete veces, estoy legitimado para decir las mayores burradas («cantar más fuerte» = «berrear») que se me pasen por la cabeza».

Pero éste no es el único ejemplo en que la malinterpretación de los señores que llevan traje hasta en la ducha les permite dar rienda suelta a sus desvaríos: Los Panchos, en apariencia pacíficos (lógico que con ese nombre estén tranquilos), han alentado la utilización de otro de los argumentos más ridículos a favor de la pena de muerte. ¿Alguna vez le han escupido – este razonamiento no se verbaliza, se esputa -, al discutir sobre la pena capital, «Ah, y si coge un tipo y mata a tu familia, ¿tú que haces?». ¿Creen que esta frase ha surgido de manera racional (entiéndanme…)? ¿O no será que es la consecuencia directa de estar escuchando de manera reiterada el tema «Si tú me dices ven«, de los citados que, viendo el daño producido, se quedan tan panchos?

Y por no hablar de la manera de rematar una discusión, sobre el mismo tema, de los A.P.B. (Amigos del Pollo en la Bandera): «¡Pues ojala a tu familia le pase algo!». Sí, sí, la culpa es de quien Vds. están pensando: del maldito Juan Luis Guerra y su «Ójala que llueva café en el campo«. Años y años de acoso cerebral resultan demoledores para las cuatro neuronas que tiene esta gente.

Así que ya saben: si no queremos que nuestros jóvenes y nuestras jovenas acaben comportándose como dictadores de todo a 100, sereá mejor que piensen la manera de acabar con todos los cantantes sudamericanos, a poder ser de manera violenta a la par que divertida. Es eso o la improbable opción de conseguir que los chavales estudien… Buenos días. Les dejo con música en absoluto dañina y más que recomendable»:

ACTUALIZACIÓN: Estimados lectores de este su blog, espero que hayan disfrutado los estúpidos desvaríos de nuestra inmensa (en lo que a masa corporal se refiere) colaboradora. No obstante, nos gustaría hacer un llamamiento a la comunidad internáutica: la Srta. Amberhoney debería haber pasado por la redacción esta mañana a recoger sus honorarios; sin embargo, todavía no ha llegado y estamos un poco molestos (no saben Vds. cómo huelen doscientos kilos de pescado crudo). Agradeceríamos a todo aquél que la viera – que tampoco es muy difícil, se pusiera en contacto con nosotros: andamos ligeramente preocupados desde que hemos recibido un paquete con su cabeza amputada y la nota «COMO EN CASA, EN NINGUNA PARTE, TENIENTE GROM»…

(Continuará…) 

«Si Juan tiene cinco naranjas y Pedro le quita dos, ¿es que la Policía no piensa hacer nada al respecto?» (o «No es lo mismo «El principio del fin» que «El fin del principio», y ya no digamos que «Dos negras en bolas»»)

Lady Gagá

Estimados lectores de este su blog, les habla su fidelísimo servidor Sparky. Supongo que se estarán preguntando cuáles son las razones de los últimos acontecimientos ocurridos: el realizar un repaso del año 2.010, la próxima desaparición de «Gromland» el próximo 23 de Abril, el que la gente sangre por los ojos si escucha del revés la canción «Soy un tsunami»… El amo me ha pedido que intente de manera sencilla y clara explicarles el porqué de todo esto; me ha comentado que él lo haría encantado, pero que esta noche ha sido atacado vilmente por una horda de moscas tse-tsé que le han debido echar algo en los doce litros de cerveza que se ventiló con la cena…

Todo empezó el día 4 de Enero cuando nuestro adorado Niño Estrella comenzó a ir a la guardería. Bueno, en realidad lo llevaba el amo – nuestro pequeño tesoro tiene ligeras dificultades para andar por sí mismo, principalmente porque es un vago redomado (el amo debería estar tranquilo: el hijo es claramente suyo) -, hasta que las cuidadoras le sugirieron si podría llevar al crío en una hora que no coincidiera con la de la comida del resto «porque chilla mucho y asusta a los otros niños» (*). Teniendo en cuenta que el amo no se levanta antes de las 11 de la mañana con la excusa de que a esa hora ni están puestas las calles ni hay oxígeno (cosa totalmente ridícula, ya que el amo respira ondas herzianas de frecuencia modulada – menos «Kiss F.M.», que le producen gases), un servidor de Vds. se puso el disfraz de nanny – que me sienta, no como un pincel, sino como un rodillo – y se encarga de dejar al señorito en su guardería, entre gritos, llantos y amenazas por parte de la plantilla de cuidadoras. 

El que el Niño Estrella esté, como dice cariñosamente el amo, «hermeticamente almacenado en un entorno insonorizado», ha traído una tranquilidad olvidada a esta casa. Ya no recordábamos ni el señor ni yo lo que era estar en el salón debatiendo sesudamente sobre temas de elevado calado, acompañando dichas conversaciones con una buena copa de brandy y un tipo vestido de lagarterana al lado de la lámpara rococó de pie y cuya identidad desconocemos (le preguntaríamos quién es y qué demonios quiere, pero cada vez que nos dirigimos a él, se echa a llorar y comienza a cantar «Galilea» de Sergio Dalma). El caso es que las mañanas transcurren serenas y lentas en Chez Grom, mientras flota en el aire una sensación de paz y un extraño olor a gas butano. Mientras yo me dedico a recoger un poco, el amo se dedica a las tareas propias de «amo de casa»: desde que se levanta se dedica a tumbarse en la chaise-longue elucubrando nuevos y deslumbrantes métodos para conseguir no hacer nada. En uno de sus momentos de recogimiento (más bien estiramiento), el amo me comentó que deberíamos, aprovechando la calma que se respiraba, darle un golpe de timón a esta su bitácora. Con lo de «golpe de timón», pensé que se refería a darle un nuevo rumbo a los contenidos y colaboraciones; pero por lo visto se refería literalmente a que cogiéramos un timón de barco y le pegáramos un zurriagazo al ordenador «para ver qué pasaba», me explicó. Dado que me conozco al amo como si lo hubiera parido sin epidural, me retiré a mis aposentos a ver si con el paso del tiempo se le pasaba la tontería – cosa harto dificil, teniendo en cuenta que lleva treinta y siete años perfeccionándola -; pero, horas más tarde, se presentó en mi habitación con algo en la mano que recordaba vagamente a un radiador del 1950 que hubiera sido masticado por un tiranosaurio epiléptico (vamos, eso fue lo que me pareció a mí). Como no había encontrado un timón por toda la casa – «y mira que es raro, con la de mierda que guardamos», me dijo -, había decidido utilizar ese extraño objeto que se había encontrado por la nevera. Dado que conozco al amo como si lo hubiera parido pero otra vez y ahora con cesárea, supuse que el «me lo he encontrado por la nevera» no significaba «dentro de» sino «EN la nevera»; y de hecho así era: el hombre por el que daría gustoso mi vida si no me quedara otro remedio, no había tenido mejor ocurrencia que arrancar el compresor de refrigeración del aparato, el cual sostenía goteando algo verdoso que era o bien el líquido refrigerante o bien una crema de guisantes que había hecho en Octubre y que nunca llegué a encontrar.

Un compañero del Niño Estrella con una de las cuidadoras

Para los legos en la materia, e incluso para aquéllos que no sean unos muñecos de unos diez centímetros de altura, arrancar el compresor de un frigorífico no es algo muy conveniente a menos que se desee provocar un calentamiento extremo en el aparato y hacerlo volar por los aires. En caso de haber retirado dicha parte del eletrodoméstico es recomendable: a) llamar a un artificiero sin miedo a la muerte – o que haya visto todas las películas de Isabel Coixet, que para el caso es lo mismo -; b) alejarse lo más posible del aparato en cuestión; y c), y lo más importante, no guardar junto con las lechugas y los tomates, kilo y medio de materia oscura procedente de una dimensión paralela.

[El porqué el amo tenía tal cantidad de materia oscura dentro de la nevera responde a que, cuando el Consejo Supremo de Sabios Dhalfrraw abandonó este su planeta, se la dejaron aquí junto con un Interviú con el desnudo de María Jose Cantudo. El amo decidió que la nevera era el mejor sitio para guardarla porque «tiene la misma pinta que unos Ferrero Rocher»]

En honor a la verdad, debo decir que la explosión no nos sobresaltó; más que nada, porque fueron tres: la primera mandó el horno microondas a través de la terraza de la cocina a la casa de nuestros vecinos, los Rovira; por suerte, no hubo grandes daños al detenerlo la Sra. Lourdes de un certero cabezazo. La segunda explosión – mejor dicho, implosión – succionó todos los objetos que había a doscientos metros a la redonda para, segundos después, volver a colocarlos pero desordenados (el amo acabó vestido con mi traje de levita; la pantalla LCD de 89 pulgadas colgada en el tendedero al lado de los calzoncillos del señor; la ducha en el descasillo, y yo dentro del lavavajillas vestido de fallera mayor). La tercera explosión – la del champiñón nuclear – fue curiosamente la más fuerte…

Cuando conseguí salir del lavavajillas minutos más tarde, mi mayor preocupación era saber si el amo estaba bien o, por lo menos, si estaba; afortunadamente, su naturaleza Dhlafrraw le hace inmune a explosiones nucleares de pequeño calado, si bien el pelo le cambia de color (rosa) y se pasa un par de días murmurando en una lengua que recuerda al élfico hablado por un gangoso. Lo que no estaba era el piso. En vez de nuestra suntuosa vivienda alquilada de tropecientos metros cuadrados, teníamos un solar con vistas a la ría y un agujero de gusano donde antes estaba el fregadero. El amo, pese a haberse ganado en Gamma-3 el honor de «Teniente con más huevos que una colonia de aliens», tenía una mirada aterrorizada; mas su congoja no venía tanto por la detonadora experiencia como por la cara que le iba a poner la señora cuando volviera a lo que quedaba de casa y comprobara que su colección de barbapapás de ganchillo debían andar por Antequera. «Rápido», me dijo, «si pasamos una fregona, puede que no se dé cuenta». Si bien el ama está completamente enamorada del señor, lo de que «el amor es ciego» tiene unos límites y muy borracha tendría que venir de trabajar (cosa que no ocurre nunca, y eso que es funcionaria) para no darse cuenta de que su piso de doce habitaciones se había transformado en un solar de los que salen en «Callejeros». Yo, por no llevarle la contraria, agarré la «Nimbus 2005» y me puse a barrer lo que quedaba de cocina (treinta y siete baldosas y un casquillo de lámpara), intentando no acercarme demasiado al agujero de gusano. Mientras, el amo había ido a llamar a Filex el Peripatético, un sargento Dhlafrraw con quien había hecho la mili, que tanto recomponía un motor de aceleración sónico de ocho miltrads en «V» como te pirateaba «Gol TV», para que cerrara la brecha espacio-temporal y, de paso, echarle una mano de gotelé al pasillo. En tanto no llegaba el «ñapas» (me llama la atención que Vds. denominen así a este tipo de técnicos, teniendo en cuenta que en Gamma-3 «ñapas» significa «mujer fértil que ha concursado en «Saber y Ganar»»), el señor se puso a ir de un lado al otro de la cada vez menos estable cocina, murmurando repetidamente «de ésta, me mata; de ésta, me mata», cuando fijó la vista en un papel que había pegado en los escasos centímetros cuadrados que había de pared. «Sparky, ¿qué demonios es esto?»

Estado en el que quedó nuestro cuarto de baño

Pese a que nuestra petit familie está acostumbrada a la posibilidad de los viajes en el tiempo, no por ello deja de sorprenderme el encontrar pruebas que lo corroboran. En este caso, el papel contenía un texto titulado «Se confirma que a James Cameron le rueda las películas su madre (o “Un repaso exhaustivo a la par que superficial del año que termina”)». En él, se recogía lo acontecido a lo largo de este 2.010 que acababa de empezar, y que Vds. ya conocen por haber sido publicado anteriormente en este su blog (la vagancia del amo no conoce límites; «Si no se van a dar ni cuenta», – se justificó cuando le comenté que podría llamar la atención el hablar de cosas que todavía no existen. – Mira la de seguidores que tiene Jiménez Losantos que también habla de cosas que no existen, y nadie se extraña»).

«Ha debido llegar del futuro, señor; a través del agujero de gusano», expliqué – un poco absurdamente, pues no tenía otra forma de llegar a nosotros; desde luego, a Correos ya le cuesta entregar las cartas con menos de tres semanas de retraso, como para traer algo del futuro, vamos… -. Movidos por la curiosidad de lo expuesto en el increíble texto (¿»Gromland» desaparecía en el mes de Abril? ¿Y «Avatar» ganaba el Oscar a la Mejor Película?), y porque intentar limpiar aquello era como conseguir que Belén Esteban escriba un dictado sin menos de ocho faltas por línea, seguimos buscando; y lo que encontramos no dejó de parecernos curioso: papeles con el membrete del CNI, la mayoría clasificados como «Alto Secreto»; fotografías, tomadas con teleobjetivo, del amo y el Niño Estrella, de un servidor de Vds. (con un pelo precioso, todo hay que decirlo) y del becario canino «Mistetas»; y lo más inquietante: la transcripción, de fecha «19/06/2.010″, del interrogatorio por los miembros del servicio secreto a la prisionera… ¡Matilde Pereira Sánchez-Padilla».

No es que en este su blog le tengamos especial cariño a la malaburra de nuestra colaboradora; pero es nuestra malaburra, y no estábamos dispuestos a permitir que, por alguna razón, acabara siendo detenida por el servicio secreto. La cuestión era saber cómo el CNI supo de nuestra existencia, qué diantres había ocurrido para que el amo y su entorno fuéramos investigados, y dónde demonios íbamos a comer. La respuesta la encontró el amo debajo del piano que usábamos como salvamanteles: una carpeta, con el nombre de «Proyecto Gromland». La misma contenía aún mayor información, y un memo (de «memorandum», no de «presentador del Sálvame deLuxe») en el que se explicaban los orígenes de la operación:

«(…) de modo que el cuatro de enero de dos mil diez tuvo lugar una alteración del campo estático-gravitacional, recogida por los sensores del Centro de Estudios Paradimensionales «Leonardo Dantés» (Segovia). Desafortunadamente, los técnicos no pudieron localizar con exactitud el origen exacto de la brecha, porque tenían la despedida de soltero de Molinero, el de Contabilidad. No obstante, meses más tarde, el Director Adjunto del Departamento de Astrología, Astrofísica y Astrosis, Sebastián Merino, encontró, mientras buscaba en google «blog Rebeca Argudo», la bitácora «Gromland», la cual mediante un post del día 29 de Enero del presente año explicaba que habían sido ellos quienes habían provocado la citada brecha a causa de la posesión de una elevada cantidad de materia oscura, un frigorífico y un tipo bastante imbécil. Localizada la IP, y tras haber descubierto por la lectura del blog que el titular del mismo es un ser procedente de otra dimensión, asistido por un orangután que habla, y que tiene un hijo con una mujer humana (la sujeto «Bella Esposa»), concertamos una operación de captura y/o eliminación, que tuvo lugar…». Desgraciadamente, este trozo del documento estaba roto. Qué casualidad, ¿verdad?.

Así que, recopilando información, llegamos a la conclusión de que, tras la aparición del portal espacio-temporal, a través de él nos llegó el expediente que hacía referencia al amo y su condición de ser interdimensional, cuya localización era perseguida por el servicio secreto, que tuvo conocimiento de nuestra existencia a través de la publicación de este post. De modo que si no hubiéramos publicado este post…

Oh, mierda.

(Continuará) 

(*) Pese a que la veracidad suele flotar en «Gromland», ese comentario es estrictamente cierto!