(La dirección de «Gromland» desea agradecer al estimado Doctor Frusna su inestimable colaboración en la redacción de este post y el que nunca haya intentado matarnos con una piedra).
Estimados lectores de este su blog de mi amo, les habla el semper fidelis et nunquam cansadis Sparky, un orangutanoide servidor de Vds. Esta mañana el señor me pidió amablemente a gritos y con una piedra del tamaño de un pecho de Yola Berrocal que fuera yo quien cumpliera con las obligaciones didácticas de «Gromland«, dado que él se encontraba extremadamente ocupado tocándose las narices. Si bien el amo no sufre de nasalitis (a la manera de un De Gaulle o un Berto Romero cualquiera), el hombre es muy profesional en lo suyo, y cuando decide abandonarse en los brazos de la molicie, hay que reconocer que es harto difícil encontrarlo… menos la Señora, por supuesto, que tiene un GPS con forma de barriga nonamesina – del latín «nona«, «nueve«; y «mesina«, «mesilla de noche» -. Dado que no soy rumorofílico (vaya, que no sufro del denominado «Síndrome de la Portera»), no les comentaré que ya puede el amo estar estirado cuan largo es, que como la Señora haga un gesto extraño, aquél salta del sofá con la agilidad de un guepardo tuberculoso y moribundo, preguntando «¡¿vamosyahasrotoaguascojolabolsallamountaxi?!» – o eso es lo que le entendemos -. Hasta ahora, todas las angustias del amo han sido respondidas por parte de la Señora con un dulce «tranquilo, es el niño que me pega patadas», y eso que hasta ahora no le han hecho nada para cabrearlo.
Encargada, pues, la tarea de realizar un nuevo post, he estado toda la tarde dándole vueltas a la cabeza de Mistetas para ver cuántas aguantaba sin que se le saliera del sitio (a la vigesimoséptima hay que tener cuidado, porque se le empiezan a poner los ojos como los de Fernando Trueba). Entretenido en este inocente pasatiempo, intentaba que mi cultivado cerebro ideara un tema interesante con el que alumbrarles en esta lluviosa – al menos aquí en nuestra casa (y es que ya sabía yo que no era muy buena idea alquilar una casa con una cocina sin techo) – tarde de domingo. ¿Elecciones Europeas? No le interesaría a nadie. ¿Hacer un resumen de lo que ha dado la liga balompedística este año? No me interesa a mí. ¿Las hipotecas en España? Demasiado interés.
Comencé a pasear por la casa, a ver si una buena caminata me despejaba: al llegar al estudio del amo, justo después de cruzar las caballerizas y antes de la guarida del dragón milenario, observé que todavía se encontraba embalada la mayor parte de la documentación que el señor y yo recogimos cuando aún era nuestra intención acabar con la raza humana (y también la estadounidense). Las numerosísimas cajas – las tres – contenían datos sobre el comportamiento de Vds. e información vital para poder entender cuáles eran sus puntos débiles, sus flaquezas y, lo más importante, porqué gran parte de la sociedad española considera que no es una imagen agradable imaginarse a José María Aznar vestido de fallera.
Así que, y dado que no se me ocurre otra cosa que contarles, compartiré con Vds. parte de la información recogida para demostrarles qué nos llevó a pensar que conquistar el planeta Tierra iba a ser un juego de niños. Si bien en una primera parte el amo ya se dedicó a describir algunas de las razones, ahora les explicaré, a través de material gráfico altamente clasificado – se podría decir que clasificado «X», por la brutalidad de algunas de las imágenes -, porqué su raza, cuando se lo propone da bastante asquito. Nuestro trabajo de investigación se basó en una de las manifestaciones artísticas más relevantes del pasado siglo XX: las portadas de discos (o «LP’s», que eran unos CD’s muy grandes de color negro que utilizaban las francesas para tirárselos a la cabeza de los señores casados en las películas de la Nouvelle Vague). He dividido los trabajos en varias categorías, de manera que resulte mucho más fácil su comprensión por parte del estimado lectoseguidor:
1.- Categoría «¿Y Vd. qué coño entiende por erotismo, oiga?»: La raza humana, como Vds. sabrán – a menos que sean un veinteañero aficionado a los juegos de rol – se reproduce por la yuxtaposición carnal del hombre y la mujer. Por supuesto, cuando escribo «yuxtaposición», lo hago con «y» porque es la escritura correcta. Las relaciones sexuales, por tanto, tienen una gran importancia en el desarrollo de la vida humana – se han dado caso de personas que han intentado reproducirse por esporas, con el único resultado de conseguir hongos en las axilas -; pero dado que no todo en esta vida, supongo (recuerden que soy un orangután), ha de ser mecanicidad practicista, el ser humano también utiliza el comportamiento coital como entretenimiento de solaz esparcimiento – de ahí que se hayan inventado los kleenex: por si se esparce -. Por alguna extraña razón, los creativo humanos encargados de ilustrar las portadas de los elepés también consideraron que una imagen sugerente, un retazo de sensualidad, podría conseguir que determinado disco se vendiera mejor. Me siguen, ¿no? Bien; pues entonces, ¿podría alguien explicarme esto?:
A mi modo de ver, incluir la palabra «romántica» ilustrando a un marinero borracho agarrado a las glándulas mamarias (de una turgencia espectacular que roza lo elefantístico; pero bueno, al menos son sólo dos) de una señora con un peinado que recuerda a un gorro de baño de los 70, no es exactamente la idea que uno tiene formada del romanticismo. Tampoco es cuestión de poner una fotografía de Larra volándose la tapa de los sesos; pero creo que peor gusto no puede haber…
Perdón, rectifico:
Analicemos la portada: un hombre negro que sostiene dos muñecos de ventrilocuo (uno blanco que recuerda a José Montilla y otro negro que recuerda a… pues al propio hombre que lo sujeta) se halla completamente desnudo a excepción de una pajarita hecha con los retazos de un mantel de mesón, mientras una mujer, también en cueros, le practica una felación… mientras sostiene una banterita americana. Les aseguro que he estado un par de horas intentando desentrañar qué mensaje oculto esconde esta portada y como no sea el hacer pasar un mal trago a aquél que, intentando comprar el disco, olvidara el título y tuviera que describir la portada, no se me ocurre. Por cierto, ¿quiénes son «Richard y Willie»? ¿Los dos muñecos? ¿El hombre y la mujer? ¿El pene y la banderita?
Pero no se crean que sólo los yanquis usan y abusan del sexo bizarro: como muestra dos botones (sí, he dicho botones) de la vieja Europa (me refiero al continente, no a la señora rubia):
La primera de ellas, por obvia, resulta ridícula («a ver, fotógrafodelasnarices, ¿tú qué coño entendiste cuando te pedimos una foto de una mujer con un conejo gigante?«); pero la segunda es digna de estudio: al hecho de que la mujer lleva un peinado a lo Marge Simpson, hay que sumarle que esté sentada sobre una manta de las que utilizan las mudanzas para proteger televisores (lo de la braga medio caída, ya no tiene nombre, la verdad), y el tipo está realizando lo que se conoce como «escorzo de brazos» – más que sujetar amorosamente a la zagala, parece que la está agarrando para no escurrirse -. Finalice el estudio de la portada observando que la pernera izquierda deja entrever un trozo de carne (no hay cosa más triste que visionar piel entre calcetín y pantalón) y acabará aceptando de que esa imagen es una de las más tristes que ha visto en su vida… de momento.
Remato esta categoría con la inquietante portada del disco «Music for orgies»:
Si bien la instantánea no es tan ridícula como las anteriores (para empezar, aunque la muchacha tiene cara de lechuga, al menos está proporcionada), es el concepto de «Música para orgías» lo que realmente nos desconcertó. ¿Qué temas incluirá el disco: el famosísimo «Je t’aime» de Serge Gainsbourg… o «La Yenka»?:
2.- Categoría «Dios es mi pastor… y yo soy un borrego». Sin entrar en el debate sobre si es posible que exista un ser todopoderoso capaz de verlo todo y no hacer absolutamente nada (algo así como un superfuncionario), es llamativo el número de grupos musicales humanos – si bien aparentan ser vegetales, al menos cerebralmente hablando – que se han dedicado a lanzar a los cuatro vientos sus soflamas redentoras y sentidas loas a Dior. Como no podía ser de otro modo, su peculiar visión de la vida – dedicarse en cuerpo y alma a trasmitir la palabra divina – les dejó muy poco tiempo para contratar publicistas que no tuvieran algún tipo de daño cerebral. De ahí que éstos sean algunos de los resultados:
Unos forzudos de circo, su hermana y el cuñado delante de un granero pintado (en la pared, se entiende); unos tipos que se hacen llamar los «Louvin Brothers» (¿los «Hermanos Amandou»?) con pinta de ir borrachos como una cuba libre y un demoníaco personaje – que, como dice el estimado Doctor Frusna, «parece haber salido del Museo de Cera de Madrid» -; los Cruzados Cristianos (con Al Davis… ¿quién es Al Davis? ¿La mujer? ¿El que se parece a Hugo «Hurley» Reyes, de «Perdidos»? ¿Alguien que esté detrás del gordo?) o un tal David Ingles – por el apellido no sabía si meterlo en esta categoría o la anterior – que dice que Satán ha sido paralizado (¿?) mientras se pasea por los decorados del Precio Justo… Extraña manera de conseguir transmitir a todo el mundo su mensaje. ¿Quién en su sano juicio se compraría un disco con semejantes portadas?
Mientras lo piensan, les aporto una nueva muestra de casualidad irónica: la portada del disco de «The Minister Quartet», titulado… «Déjame tocarle». Claro, así acaban diciendo que es peor el aborto que los abusos sexuales:
Bueno, estimados lectores de este su blog, me temo que se me haya hecho demasiado tarde, así que las siguientes categorías las reservo para el próximo post. Yo seguiría con Vds…. pero es que me empieza mi teleserie favorita. Afectadísimos saludos.