Esto SÍ que es una «Última Cena»…
Estimados lectores de este su blog, les presento el último post de «Gromland»…
¡… perpetrado desde la coqueta villa de simpar belleza Algeciras! ¿Qué se creían? ¿Qué se iban a librar de nuestra pequeña familia tan facilmente? ¿Que no iba a descubrir que el paquete que nos mandó el Alcalde algecireño contenía una bomba de neutrones (y no un kilo de mantecados pasiegos, como afirmaba la nota que le acompañaba)? De eso nada; he trabajado demasiado – es una manera de hablar, por supuesto – para levantar este pequeño emporio bitacorero como para que toda una población de 150.000 habitantes pueda acabar con él tanto así como asá (life goes oooon bra!), por mucho respaldo que cuenten de la OTAN. El caso es que mi Bella Esposa ha conseguido finalmente su traslado a Tierra Meiga, comenzando el viaje de regreso a pocas horas de la redacción de estas líneas – ¿ven estas líneas? Bueno, pues ahora calculen unas pocas horas terrestres y sabrán cuando nos vamos -. Por supuesto, echaremos de menos muchas cosas (el camión de la mudanza tiene el tamaño de un scooter tuneado), pero nada que no se pueda robar. También dejaremos a unos cuantos amigos; concretamente, a una familia de Palencia que vino a hacernos una visita en el mes de Octubre y que se quedó encerrada en la habitación de invitados, motivo por el que el pesado de Sparky lleva meses echándome en cara que nunca le debimos poner a esa habitación una portezuela de seguridad (por suerte, con la instalación de la puerta de titanio, la compañía ACME también insonorizaba la estancia; así nos ahorramos los molestos gritos de auxilio, siempre y cuando las ratas mutantes no se los hubieran comido antes, claro… Sí, definitivamente tengo que hablar con el casero).
Han sido nueve largos meses, algunos de ellos con 30 días, otros con 31. Incluso recuerdo que, a principios del 2.009, uno de los meses tuvo 29 días. Esa variabilidad dial impidió que no nos aburrieramos en ningún momento (la cerveza también ayudo, por supuesto). Mi Bella Esposa y yo concebimos un bebé durante bastante tiempo, pero luego se quedó embarazada de nuestro amado Niño Estrella por el método humano habitual, dado que las piezas las tenían que mandar desde Alemania a portes debidos. Hemos disfrutado de la noche algecireña lo suficiente como para comprender que no hay nada mejor que el día; y una vez me pedí una tapa de ensaladilla rusa. La Sra. Matilde, nuestra peculiar vecina, se ha incorporado a la plantilla de este su blog en calidad de sabediosqué, y nuestro becario Mistetas – el chihuahua más pequeño que he visto nunca – se ha ganado un hueco en sus corazones (por suerte para Vds., es el chihuahua más pequeño que he visto nunca, lo que facilita que no les explote la caja torácica). Se acaba una etapa, pero empieza otra aún más increible; y mientras estoy a punto de empezar a subir el Tourmalet de mi existencia terrestre, me pregunto: ¿eso que hay en el techo es una tortilla francesa?
Pensaba que nuestros convecinos habían quedado desolados por nuestra marcha, tal era el ánimo con los que los veía vagar por las calles, todos juntos, lúgubres, en silencio… Luego Sparky me explicó que, si bien alguno podía sentirse dolido al saber que nos íbamos de Algeciras (… con vida), en realidad su comportamiento se debía a las procesiones de la Semana Santa, período que coincide con la estampida de vehículos por la Carretera de Valencia en dirección a los chiringuitos de paellador. A mis preguntas sobre qué era «eso de la Semana Santa» – lo que motivó que alguno de los lugareños intentara matarme con la mirada (con total tranquilidad por mi parte, ya que sé por mis años en su planeta que la raza humana, y aún menos la estadounidense, no tiene el control mental tan desarrollado como los Dhlafrraw; eso sí, en respuesta a su velado ataque, hice que le estallara la cabeza utilizando la telequinesia y que luego él mismo recogiera el estropicio), mi fidelísimo – nunca mejor dicho – Sparky me explicó entre sollozos que en estas fechas se celebraba la tortura, muerte y resurrección de Jesucristo, también conocido como Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios o el Mesías (de Haendel). Sin entender muy bien con qué motivo puede celebrarse la tortura y muerte de alguien, volví a preguntarle a mi orangutánico ayudante el porqué de los lagrimones que le caían como cascadas; éste, balbuceante, me explicó como pudo – debido a que una señora octogenaria de la estatura de una mesa camilla le había metido un cirio en la boca – que en ese preciso instante estaba pasando delante de nosotros el paso del Jesús Cautivo de Medinaceli. Viendo la velocidad a la que iban, entendí de donde viene la expresión «paso de tortuga«.
Los famosos «costaleros ninja de la Cofradía Cobra»
He de reconocer que me quedé completamente maravillado con el fervor espiritual que se respiraba en la calle (también quedé traspuesto con el olor a sobaco, pero ése es otro tema). Como ya les expliqué en una ocasión, en la dimensión Gamma-3 no tenemos deidades a las que admirar, principalmente por vagueza, así que todo aquél ritual de adoración a un ninot de bolsillo me pareció cosa de otro mundo – normal, por otro lado, teniendo en cuenta que vengo de otra dimensión -. Nuevamente, le pregunté a mi ayudante, que en aquel momento se había postrado repentinamente de rodillas (la pigmea de delante le había golpeado con el cirio en la zona inguinal), si este Jesucristo era el mismo cuyo nacimiento celebraban los humanos pocos meses antes. Sparky masculló lo que pareció una respuesta afirmativa, aunque también podía haberme recitado la lista de los Reyes Gordos. Había algo que no entendía: ¿cómo era posible que un recién nacido al que le llevaban oro, incienso y mirra – los juguetes que todo niño querría tener – se hubiera convertido en menos de cuatro meses en un adulto barbudo recién salido del concierto de Woodstock? ¿A qué venía tal repentino desarrollo corporal? ¿Por qué las mujeres que asistían al evento iban todas vestidas de negro y llevaban una antena parabólica grapada a la cabeza? ¿Y qué pintaban los miembros del Ku Kux Klan en medio de todo aquello? ¿Por qué no me puedo lamer el codo? Dado que los espectadores al tribal espectáculo comenzaban a mostrar cierto enojo por mis constantes preguntas (o eso, o porque no les hacía gracia mi camiseta de «Al-Hell-Ciras»), decidí volver a nuestro hogar, dulce hogar, a investigar más sobre la figura de Jesús el Nazareno.
Tras horas de intensa y concisa busqueda, descubrí lo siguiente: coincidiendo exactamente con el año cero después de Cristo, nació en Galilea Galilei un niño cuya madre era una virgen y cuyo padre era una divinidad que respondía – bueno, cuando quiere… – al nombre de «Dios». En realidad, quien fecundó a la progenitora fue una paloma, conocida también como «Espíritu Santo». Hasta el momento, todo me parecía normal: era el típico triángulo amoroso entre una madre virgen, un Ser Supremo y una paloma. El muchacho va creciendo verticalmente, demostrando una sabiduría impropia para alguien de su edad, trabajando de camarero, enfermero, portero y sermonero. Al final, tanto pluriempleo molesta a los fariseos, miembros de una secta judía y propietarios de una cadena de hipermercados, quienes acuden a las autoridades romanas para que lo encarcelen, juzguen y maten, no precisamente por ese orden. Un tal Poncio Pilatos se lava las manos y comete una barrabasada (esto no me quedó muy claro; quiero decir, ¿la higiene corporal estaba mal vista por aquel entonces?). Finalmente, Mel Gibson tortura a Jesús y lo crucifica en el Monte Calvario al lado de dos políticos, con resultado de muerte agónica. Cuando parece que ya se ha terminado la historia, el Nazareno resucita, asciende a los cielos, vuelve a bajar para comentarle algo a unos amigos y se instaura el denominado «Puente de Semana Santa».
Habiéndome hecho una idea bastante clara de lo que fue la vida de Jesús, decidí seguir investigando para saber qué repercusión tuvo su figura en el devenir de la Humanidad. Y cuál fue mi sorpresa… Pues ahora se lo digo: el cine ha realizado numerosas películas sobre la vida del Mesías. Con la labor didáctica que caracteriza a este su blog, les comento las más importantes:
– «Zombie Jesus!» (Steve Miller, 2007): Uno de los aspectos que más me llamó la atención de la biografía de Jesús fue su regreso de entre los muertos sin que hubiera ningún accidente tóxico de por medio. Este flim aborda esa circunstancia, con perfecto rigor histórico – aunque más bien deberíamos hablar de «rigor mortis» -, situando la acción en un pequeño pueblecito donde el Hijo de Dios regresa a la Tierra para repartir entre sus fieles el don de la vida eterna. El que la vida eterna conlleve la aparición de pustulas, perdida de capacidad cerebral y un pésimo gusto a la hora de maquillarse, no deja de ser una mera anécdota (tengan en cuenta que, para estar convencido de que Jesús es hijo de una virgen, la capacidad cerebral no es muy necesaria)
– «Ultrachrist!» (Kerry Douglas Dye; 2003): Qué mejor que ponerse unas mallas ajustadas, vestir capa azul fosforito y bailar «el submarino»para hacer llegar el mensaje a la juventud descreída y escéptica de hoy en día. Atención a la frase promocional: «Parte divino. Parte humano. Todo Cristo!».
– «Jesus Christ Vampire Hunter» (Lee Demarbre; 2001): La sinópsis no tiene desperdicio: Dado que unos vampiros sin temor a la luz del sol están matando a todas las lesbianas cristianas, Jesús vuelve a la tierra para enfrentarse a tal amenaza. Ayudado por una muchacha y por una copia del luchador mexicano «Santo», pero con unos pocos kilos de más (unos trescientos), el héroe luchará utilizando las artes marciales que aprendió… bueno, desconozco el dato. Sí, desde luego, la sinópsis no tiene desperdicio: ES desperdicio.
Como dato a resaltar, Jesús va cambiando su aspecto a lo largo del metraje: de túnica hippie y barbas de Joe Cocker en su peor época acaba como Keannu Reeves (el primer perchero que consiguió triunfar en Hollywood) en «Matrix».
– Y hablando de artes marciales, en «Legend of the Liquid Sword» (Jing Wong, 1993), aparece el personaje de Jesús de Nazaret repartiendo estopa mística tal y como pueden apreciar en el siguiente vídeo iutub. Tan sólo decir que en «Legend of…» también aparece como malo de la función un vampírico ser llamado Batman (!). En fin…
– Por último, les iba a hablar de «The Holy Mountain», película de Alejandro Jodorowsky, pero me he quedado tan desnortado tras el visionado de esto, que para qué voy a seguir hablando. Sinceramente, ¿qué demonios fuma este hombre? ¿Zanahorias?
Por cierto, si van a coger el coche, tengan cuidado y comprueben que es el suyo.
Felices días de asueto, mis estimados lectoseguidores.