Estimados lectores de este su blog, lamento profundamente el vacío existencial que estamos provocando en sus mentes hambrientas de conocimiento y sapiencias varias al faltar a nuestras obligaciones bloggeras. Pero les pido un poco de paciencia (ya que rogarles que vengan a Chez Grom a ayudarme a embalar nuestra colección de pigmeos disecados va a ser como pedirle a Pepe, el futbolista del Real Madrid que no utilice la espalda de los contrarios de tablao flamenco), dado que en estos momentos nuestra pequeña pero trabajadora plantilla está más dispersada por esos mundos de Dior que las neuronas en los directivos de Telecinco: Sparky y yo hemos atravesado media Hispania en todo tipo de transportes – por cierto, nunca hubiera creído que un burro pudiera alcanzar el Match-3; lo que hace una zanahoria y un cubo de alfalfa impregnado de cocaína!! – a fin de llevar a cabo el embalaje y desplazamiento de todo nuestros enseres (actividad que debemos llevar con la mayor celeridad, teniendo en cuenta que los muebles no son nuestros sino del casero); mi Bella Esposa se halla en Ciudad Olívica guardando el reposo necesario que sus ocho meses de embarazo exigen – también exigieron un helicóptero en la azotea y cincuenta millones de euros en monedas pequeñas sin marcar, pero bueno… -; la Sra. Matilde sigue jugando al julepe en la X-Box con sus amigos del Hogar del Jubilado, mientras su sobrino Jaime la provee de rosquillas, fino manzanilla y una sustancia viscosa y verde con un extraño parecido al cristal líquido. Y Mistetas… pues, sinceramente, no tenemos nì puñetera idea de dónde anda (lo último que supimos de él es que Cuatro pretendía ficharlo para presentar la segunda edición de «Granjero busca esposa»; ofrecimiento que tuvo que rechazar pues ya había sido fichado por otra gente; concretamente, por la Policía).

Así las cosas comprenderán que nos resulta muy difícil preparar algún post de calidad – habitual en nosotros, por otro lado -. Sin embargo, les aseguramos a todo riesgo que a partir del mes de Mayo, cuando hace la calor, cuando canta la calandria y cuando pasen esas cosas que sólo ocurren en el quinto mes del año (el cuarto en Canarias), que la programación de Gromland volverá a su formato habitual. Esto es, por escrito.

mudanza

Lo que sí puedo avanzarles es el fantástico descubrimiento que mi simiesco ayudante y yo hemos hecho de manera totalmente fortuita mientras recogíamos (diga «recogíamos», diga «desmantelábamos»…) nuestra coqueta casita sita en la gaditana Algeciras. Al apartar una estantería, entre el cuarto de baño pequeño y la piscina olímpica cubierta, descubrimos un agujero en la pared en el que no habíamos reparado; así que decidimos repararlo. Cuál sería nuestra sorpresa:

a) dentro del agujero vivía Bárbara Rey, rodeada de fotos de Pedro Solbés desnudo;

b) el agujero en realidad era un cuadro de Tapies, que en Ebay puede venderse por siete euros y una estampita de Santa Lucía dedicada por la propia santa;

c) era un agujero espacio temporal que conectaba con la España del año 2.059.

Si bien la opción a) es más que apetecible, les diré que la respuesta correcta es la c). Sparky en ese momento recordó que el propietario ya nos había avisado que en alguna parte de los ochocientos metros cuadrados de la casa existía un conducto intertemporal que comunicaba con el futuro (se ve que el contratista consideró simpático el añadir ese detalle a la casa, como el hecho de que en el salón haya siete bidés en cada esquina), pero, por desgracia, al firmar el contrato no me percaté de lo que me dijo el arrendador dado que soy incapaz de fijarme en el acento andaluz a menos que lleve tilde. Mi simiesco ayudante se lanzó de cabeza por el agujero, empujado por su espíritu aventurero, pero, sobre todo, por mí (si no le llego a empujar, nos hubieramos quedado allí los dos como dos trozos de carne cubiertos de harina, huevo y pan rallado; oséase, empanados). Minutos más tarde que a mí me parecieron horas – en mi reloj solar de pulsera conté trescientos doce minutos -, Sparky volvió a salir del agujero tempoparetal, visiblemente conmocionado y vestido como uno de los cantantes de «Modern Talking», visión que me conmocionó a mí. A la pregunta del porqué de esos extraños ropajes, mi ayudante me contestó que, pasada la mitad del siglo XXI, todos los habitantes de la península ibérica vestirían de ese modo por orden de la Reina consorte, Su Majestad Agatha Ruíz de la Prada. Con verbo atropellado – Sparky conduce peor que Stevie Wonder pasado de ácido -, me explicó que su marido, el ínclito (que no sé qué significa, pero espero que sea un insulto) Pedro J. Ramírez fue adquiriendo cada vez más y más poder, hasta el punto de hacer abdicar a Felipe VI y convirtiéndose en Monarca Absoluto de Lushispania – el país vecino fue anexionado al nuestro en el año 2.054, tras la denominada Guerra de los Cinco Días con Puente enmedio -. Asombrado por tal información, le pregunté que había pasado con el Parlamento y con la Democracia, y Sparky me contestó que Esperanza Aguirre se los había comido tras transformarse en una babosa gigante a causa de un accidente con vertidos tóxicos y un yogur caducado.

Un servidor de Vds., que conoce los sesudos y pormenorizados trabajos relativos a las paradojas espacio-temporales (me he visto varias veces «Regreso al Futuro» «Los cronocrímenes», y hasta conocí tomando un café al tipo que le había puesto el radiocassette a la silla de ruedas de Stephen Hawking), sabía que es peligroso manejar información sobre el futuro, y que cualquier modificación del tiempo presente puede acarrear catastróficas consecuencias. Así que nos fuimos de cañas.

Sin embargo, la mayor sorpresa quedó para el final: Sparky se había traído de estrangis (expresión coloquial que viene a significar «oculto» o «relativo a las hemorroides», una de dos, a tenor de dónde lo transportaba) un misterioso objeto rectangular, repleto de carácteres ininteligibles para la mayor parte de la población española. Un libro, vamos. Pero si esto les parece sorpresivo, apabullante y desasosegante, agárrense a lo que tengan más a mano para leer lo siguiente: el libro en cuestión… ¡eran mis propias memorias! Yo, que tengo que comprobar cuatro veces si he cerrado la puerta de casa, había sido capaz de escribir un volumen de setecientas páginas contando mis recuerdos. El título del libro era de lo más fascinante: «Gromorias; vivencias de un guerrero dhlafrraw. O cómo freir un huevo con una lupa y un testículo». No les negaré que estaba entusiasmado con conocer mi futuro. Es más: estaba entusiasmado con conocer mi futuro. Sin embargo, Sparky – que también había conocido a Fulgencio Ramos, el técnico que sonido que permitió a Hawking escuchar «La Macarena» mientras discurría sobre el origen del Universo (cuando todo el mundo en Gamma-3 sabe que surgió al explotar una pila alcalina) -, quiso evitar que los conocimientos sobre mi vida futura pudieran condicionarme, por lo que, arrebatándome el volumen de las manos (cuando digo «volumen», me refiero al libro, no que me dejara las manos con el grosor de un folio), se lo tragó con cubiertas y todo. En un ataque de egocéntrica locura, me abalancé sobre mi previsor asistente, con riesgo de que sus mandíbulas, acostrumbradas a triturar plátanos maduros como si fueran palos de madera, me rebanaran mis falanges españolas. Sólo pude salvar de la labor dentructora de Sparky cuatro míseras hojas, las que llevaban por título «En Ciudad Gato». Lo peor de todo es que dicho capítulo hacía referencia al período acaecido entre el 22 y el 25 de Abril… de 2.009; hace cinco días. Por suerte, y como ya les expliqué, tengo menos memoria que un pez amnésico, así que no me vino mal en volver a releer las páginas para saber qué narices había hecho la semana anterior. Y, sobre todo, porqué me dolía tanto la cabeza.

Así que, estimados lectoseguidores, en los próximos días, cuando mis quehaceres logísticos me lo permitan, iré publicando extractos de dicho capítulo; así, por un lado, y mediante este cómodo sistema de «copy-paste», tendrán su ración de «Gromland»; y por otro… joder, ya no me acuerdo que iba a decir!

Les dejo con la frase inicial del capítulo «En Ciudad Gato». Disfrútenlo en la medida de lo posible:

«A consecuencia de la brutal crisis económica que asolaba el país a principios de 2.009, el por entonces Presidente Jose Luis Rodríguez Zapatero (quien, años más tarde, se convertiría en el presentador oficial de «Operación Triunfo») tuvo una idea revolucionaría: solventar los problemas económicos de la población gracias a RENFE…».